6 ago 2009

SE DESVANECE


Hoy soy pájaro sin alas
que hacia el vacío cansado
abate el volar lejano
de aquel incierto mañana.

Hoy no está, ya se marchado
el corazón impreciso
de aquel juglar que no quiso
morir sin ella a su lado.

Desierto de sed y olvido
en el alma del poeta
que vagando encuentra incierta
la princesa de sus libros.

Y yo aquí, sin ser ni muerta
caminante de este bosque
que vino sin instrucciones,
sin salidas y sin metas.

Hoy mi castillo es ceniza.
Qué decir cuando ha caído
la última piedra del tiempo
y los cimientos del hielo
hacia el calor precipitan.

La soledad me estremece
y sólo la veo a ella.
Oh!Dulce flor
que antaño fuiste tan bella
y que hoy te desvaneces.

Surrealismo que aquí muere
que se entierra arrepentido
en el bosque del perdón,
junto al lecho de aquel nido
que acurrucaba septiembre.

La vida se desvanece
y nadie apuesta por ella.
Oh!Ilusión
que antaño fuiste tan cierta
y que hoy desapareces.

5 ago 2009

VOLVERÁ




Volverá aquel último diciembre
en cabañas a refugiar vuestra huída,
volverá aquel último hasta siempre
en el tiempo perdurado a hilar mi herida.

En el jardín del viento eterno nacen hoy silvestres rosas
y de nuevo sus pétalos me acarician y me arropan.
Sábanas de amor ganado, de amor que encuentra su espacio
sobre años intermedios que se alejan obligados.

Cómo olvidar tantas promesas, tantas palabras sin sentido,
cómo encontrar de vuelta aquel insólito camino
que regrese a casa,
a aquel lugar que nunca hubo,
que nunca estubo,
pero que siempre supimos enscontrar entre los surcos de este absurdo
correr y huir de los días, miradas siempre perdidas
en teatros cuyo más grande guionista fue el silencio.

Hoy que llorais ante aquello que el viento abandona,
que volais hacia bosques de árboles florecidos,
hoy que cruzais cruel mar de aguas que jamás perdonan
naúfragos de una vida que nos cree aún muy niños.

Qué extraño veros partir tan pronto de esta alborada,
qué bonito el presentir lo lejos que llegaréis.
Estación que os abandona, que se aleja emocionada
entre lágrimas que antaño os contemplaron nacer.

Ocaso en el andén los sueños imprecisos,
minuciosa la ilusión que sostiene aquel ayer
de susurros hilbanados que recorren nuestra historia,
aves blancas que se alejan para ya jamás volver.

LO SABÍA



Lo sabía,
pero el silencio se negó a entenderlo.

Tu con tu rabia y yo con la mía.
Paredes arañadas.
Vacías.
Fundidas en un abrazo que hablaba
por el tiempo que nos robó la vida.

Lo sabía,
pero no quiso entenderlo.